Como es de esperarse, los impuestos a pagar producen diferencias en la contabilidad. Y por esa razón aparecen dos tipos de valoraciones:
A veces se pueden confundir las Diferencias temporarias con las diferencias temporales.
Sin embargo, la forma de calcularlas no es igual y, por esa razón hay que tener sumo cuidado a la hora de emplearlas.
No se deben confundir ambos conceptos debido a que:
Permiten calcular las diferencias existentes entre los activos y los pasivos fiscales que no pueden ser expresados como diferencia temporal.
Debido a la aplicación futura de impuestos, pueden clasificarse en:
Para calcular el monto a pagar se deben determinar las diferencias entre el resultado que arroja la contabilidad y el monto imponible como base. Para esto se pueden emplear dos procedimientos:
El resultado contable se refleja en los libros.
Mientras tanto, la base fiscal se determina empleando la ley en materia tributaria. Con esto se obtiene el valor de los activos, pasivos y otros elementos del patrimonio.
Las Diferencias temporarias no se pueden calcular comparando los gastos y los ingresos, ya que éstos surgen de partidas contenidas en el patrimonio empresarial.
Como las Diferencias temporarias consideran el efecto de los tributos futuros, es necesario apegarse al principio de uniformidad.
Sólo así se determinan las diferencias. Estableciendo comparaciones entre los activos y pasivos contables, con los respectivos montos fiscales.