Una Divisa es una unidad de cuenta, una cantidad que se puede medir. También es un activo, puesto que tiene un valor y se obtiene mediante cotizaciones dadas por un Estado u organización.
Su adquisición se produce en mercados cambiarios, donde a diario se compran y venden Divisas.
Comprar una Divisa puede representar una inversión dependiendo del tipo de cambio. Pero, así como puede ganar, también puede perder su valor.
Una Divisa se puede ver afectada por determinados factores:
Las razones por las que se hace necesario adquirir una Divisa, van más allá de los intereses personales.
Las organizaciones necesitan Divisas para adquirir bienes o servicios fuera del país (importar mercancías) o sólo para realizar inversiones.
Las Divisas más comunes son el Dólar y el Euro, donde cada una tiene un valor respecto a otra.
Esa relación que se produce entre el valor de ambas es el tipo de cambio. Y todo tipo de cambio se produce entre pares de monedas.
Hay dos tipos de relación cambiaria o de intercambio de monedas por Divisas:
Trabajar con una Divisa implica realizar facturaciones en esa misma Divisa. Eso puede traer complicaciones, ya que los impuestos sólo se pueden pagar con la moneda de curso legal.
Pero todo dependerá del marco normativo de cada país.