Si se aplica el criterio de caja el IVA se va a deducir recién a partir de que se haya efectuado pago por el bien o el servicio prestado. Sólo se deberá inscribir lo que se haya efectivamente cobrado. Por esto es diferente del principio de devengo y se aplica en otras circunstancias. El principio de caja se usa para confeccionar los estados de flujo de caja. Es el reporte que demuestra el flujo, es decir, entradas y salidas de dinero de una empresa. Sirve para medir la liquidez de una compañía.
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En términos contables, de acuerdo al principio de caja las operaciones se deben asentar con la entrada o salida del efectivo. Esto se realiza con total independencia del tiempo en que se entregó en el bien o se prestó el servicio.
Básicamente, es muy útil para el pago del IVA a la agencia tributaria, ya que muchas veces las PyMEs deben pagarlo sin haber recibido el dinero.
Pero si bien aplica para los ingresos, también aplica para los gastos. De modo que, si aún no se han realizado abonos a los proveedores, no se podrán desgravar.
Como ya se ha dicho este principio es distinto al de devengo.
Entonces para saber cuándo aplicarlo hay que tomar en cuenta lo siguiente:
Se pueden resaltar tanto la utilidad como las ventajas que tiene este principio en un sentido amplio:
Hay que recordar que, en el caso de las pequeñas empresas, el pago del IVA no cobrado puede incidir en la tesorería y llevar en casos graves al cierre.
Pero la aplicación del principio de caja también puede generar problemas.
Si el IVA no es declarado hasta tanto no se cobre, quien se beneficia de un servicio tampoco puede desgravar sus ganancias hasta no pagarlo.
Entre las situaciones contradictorias que involucra este principio están: